Sunday 3 March 2019

Sin Comas

No necesita nada más que una víctima encarcelada. Sus movimientos se reducen a esperar y atacar esperar y atacar. Sólo el sonido del acecho destapa pistas sobre su acercamiento. El éxito de la victoria es la rapidez de desplazamiento mientras la víctima planea el aplastamiento.
Intentos fracasados bajo la luz del rectángulo.

El atacante mutante se encuentra gozando de las horas más gloriosas de su jornada.
Todo el puto día mareando la perdiz de un sitio a otro haciendo tiempo para que llegue la oscuridad de sus banquetes no van a venir ahora a joderle la marrana estampándolo contra la pared.

Las paradas silenciosas aguardando el despiste de su víctima son cada vez más largas pero el mutante sabe que su ratio de éxito es alto. Juega con la ventaja de la velocidad el tamaño reducidísimo que le oculta incluso en pequeños espacios cerrados.

Ya carga en su minúsculo cuerpito 3 cosechas exitosas y se degusta con placer de la dulzura de sus robos. El líquido danza por su cuerpo inyectándole de vitaminas que realmente no le sirven en absoluto para crecer ni para continuar con su mutación pero el enganche a la droga de la sangre es infinitamente superior a sus patas de al-hambre.

La víctima ofrece mermelada de frutos del bosque que deposita sobre el escritorio a cambio de poder seguir reposando sin ataques a sangre caliente.
Pero la oferta no muestra el mínimo signo de interés para el guerrero que se esconde en paradero desconocido.

Estrategia humana número dos aguardar paciente y sigilosamente el próximo despliegue con la esperanza de que el sujeto salga de su esconderite.

Con gran descaro y después de tic tac tiempo vuelve se le nota con apetito porque insiste y toma riesgos innecesarios. Dos intentos de asfixia por parte de la víctima pero el puto mosquito no quiere abandonar este mundo.

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