Saturday 7 April 2018

Que si mármol que si cual

Venía a hablar de esculturas de mármol, así, como quien no quiere la cosa. Luego veréis que acabo filosofando.

Durante el viaje de estudios que hicimos con el colegio a Italia, me marcó la escultura de La Piedad, de Miguel Ángel. Que se encuentra en el Vaticano, Roma.


La foto no le hace justicia, y de hecho fue lo que primero me llamó la atención, era más pequeña de lo que me imaginaba, y daba pena tener que disfrutarla detrás de un cristal. Pero no podía parar de observar impresionada cómo alguien podía ser capaz de crear tantas texturas, tanta realidad, tanta suavidad, con un material como el mármol. Recuerdo que me entraban ganas de acariciarlo, la sensación de poder plegar las telas, de sentir la fuerza de las manos sujetando el cuerpo de Jesús. La dulzura de ella, la contagiosa derrota de él. Independientemente de la religión, para mi es una auténtica maravilla de creación, recuerdo que la luz la iluminaba y la blancura del mármol relucía a la entrada del Vaticano.

Desde entonces siempre me han impactado las esculturas de mármol bien trabajadas. Y quería compartir estas pequeñas ensoñaciones, que lejos de considerarme una experta en Arte, me parece bonito hacer participar.
Esta mañana se me ha cruzado en Twitter esta otra escultura, que por muchísimas razones me ha dejado callada observando.


Según lo que he leído, el colchón de mármol fue creación de Bernini en el siglo XVII, y la escultura una copia romana del original griego del siglo II antes de Cristo. El nombre del conjunto "Emafrodito Dormiente", porque el cuerpo es femenino, pero los genitales son masculinos. Una valentía de creación para la época!

Volviendo a la reflexión de antes, ejemplo, ¡un colchón de mármol! Exagerando un poco, al cuerpo solo le falta roncar para creernos que descansa de verdad. ¿Cómo es posible conseguir que algo parezca tan mullido, tan cómodo cuando el material es pura dureza? La perfección de los "bultitos" del colchón, los remates, como si estuviese relleno de aire.
Fijaos en la almohada, los pliegues, casi entran ganas de reposar ahí la cabecita. Y mira que tenemos colchones innovadores, nosotros los "eruditos" del siglo XXI.
También podemos comentar la perfecta posición del cuerpo humano, elegante, mostrado con dulzura y comodidad, tapando sin tapar. El precioso juego de la tela en la pierna, otra vez el mérito del trabajo del mármol en los tejidos. La comodidad aparente de la postura de la cabeza en los brazos. 
Me parece todo digno de apreciar cómo alguien es capaz de crear algo así, y quería compartirlo solo para que podáis disfrutar de su belleza simplemente mirando, casi sin pensar. 

A veces la siguiente reflexión que me puede aparecer ante obras de arte concretas y de calidad, es la dedicación para conseguir tales joyas atemporales. Me imagino a sus artistas y creadores, en sus talleres, horas y horas, días, meses y años trabajando el detalle, esculpiendo, dudando de sus progresos, viniéndose arriba, viniéndose abajo para ir consiguiendo tan lentamente, dar forma a lo que comenzó como un brutal e impersonal bloque de mármol, o lienzo en blanco, o cuaderno vacío.
Y muchas veces por el mero hecho de compartir belleza o sabiduría con los demás.
Siempre pienso en la cantidad de tiempo y las pocas distracciones que tendrían en la época, que les permitiría dedicar prácticamente la totalidad de sus días de vida a sus talentos, o a su potencial interno. Igual no tenían talento, pero al final con tiempo podrían conseguir verdaderas maravillas a la luz de unas velas.
(También suelo pensar lo difícil que tendría que ser en la época poder crear sin tener música de fondo. Sin spotify ni nada del estilo, obvio).

Y aterrizando a nuestros tiempos, comparo con nuestra realidad actual, y casi que me entran escalofríos. Con la cantidad de #tienesque, #hayque y estímulos que recibimos cada segundo, la verdadera hazaña reside en conseguir concentración y dedicación para acercarnos una milésima parte a este tipo de genialidad.

Ahora que a esta sociedad súper *erudita en la que vivimos se le llena la boca al hablar de esfuerzo, sacrificio y meritocracia; no puedo evitar reflexionar sobre el esfuerzo en qué, el sacrificio de que.

Me refiero, siempre pienso que en esta *erudición de la sociedad, es brutal la superficialidad en todos los aspectos, incluyendo las reflexiones pseudo filosóficas que se quedan en palabrería comercial. 
Esa tendencia a los slogans y a los titulares buscando los aplausos, la aceptación (¿de qué?). 
Códigos de conducta que insisten en imponerse y grabarse a fuego, sin fuego ni razón. 
Todos siendo inteligentes por debajo de nuestras posibilidades.

Empecemos con un ejemplo fácil (y alejándome sin quererlo del tema mármol). 
La frase "Love Yourself". "Love is All". 
Wow! Ya está, tú repítete que el Amor lo es todo, y la vida eterna te espera.

La vida se llena de minutos y de horas, y quererse a uno mismo es un logro enorme y por lo tanto no es fácil. Si nos dejamos de la superficialidad de las típicas frases de camisetas y vamos más allá; tú le quieres mucho a tu marido, pero vivir con él en un piso de 80 metros cuadrados te hace a veces olvidar que le amas tanto ¿verdad? De hecho a veces te pone enferma, ¿o no? 
Pues como no nos va a pasar con nosotros mismos que "nos convivimos" 24h/24h?

De ahí que en mi opinión, más allá del "love yourself", está el "Know yourself" o "Accept yourself". Conócete a ti mejor que a los demás, acéptate de verdad con tus todos, aprende a reírte de ti mismo, y ya lo del "Love Yourself" viene solo.


La superficialidad de las reflexiones se reduce a la incapacidad generalizada de la sociedad en masa de leer entre líneas, de captar los matices, o de contextualizar; incapacidad de ir más allá del Qué o el Por qué, sin llegar al Cómo, al Cuándo, o al Durante Cuanto. 
No quedarse en el titular, ni el slogan de la camiseta, sino definir mejor ese slogan, subir un escalón en esa propaganda disfrazada de mantra. Porque sino te va a lavar torcidamente el cerebro.

"La cultura del esfuerzo, la cultura del sacrificio". 
¿El esfuerzo en qué? ¿El sacrificio de qué? 
¿Cómo? ¿Para qué? ¿Durante Cuánto?
¿Cómo se valora el sacrificio de la dignidad propia, por ejemplo? 
¿O el sacrificio de la intimidad y la privacidad sin dar tu permiso? 
¿Cómo se está midiendo el sacrificio o el esfuerzo que se impone y exige a la sociedad?
¿En qué momento se debe imponer un esfuerzo o un sacrificio determinado por quién?

El dedicar 10 horas al día en una oficina a ser un gilipollas de jefe hoy se considera esfuerzo.


La conclusión irónicamente superficial a la que llegamos después de la reflexión de los artistas del mármol y demás temitas, es que entramos en la peligrosa espiral de definir las palabras según lo que a este sistema actual le interesa. Y todos detrás como borregos.

El tiempo, la dedicación o el esfuerzo y el sacrificio se definen e imponen a día de hoy según los parámetros que le interesan a este sistema que nos utiliza como sus pequeños soldados de ejércitos militares y/o monetarios. 
Si no conseguimos recuperar nuestras vidas (con un potencial de bienestar y riqueza BRUTAL) a través de nuestra unión en masa y nuestro propio control de los métodos y lenguajes de comunicación y razonamiento, estamos perdidos. 
De ahí la importancia de hablar bien, de utilizar las palabras adecuadas, de obligarnos a reflexionar y no quedarnos en la superficie; y de muchísimos otros retos más.

La sociedad no es consciente del potencial tan brutal que tenemos, y de lo infinitamente mejor que podríamos vivir todos. Y cuando lo consigamos, el shock al visualizar de verdad lo inhumanamente explotados que vivíamos va a ser generalizado y a gestionar psicológicamente.


Necesitaría un post (no me gusta nada utilizar esta palabra) mucho más extenso para hablar de lo que yo considero esfuerzo o sacrificio; pero vamos, que no hay más que contextualizar, cuestionarse sin ser excesivamente escéptico, añadir empatía, y/o abrir la mente.


Bueno, como veis, he arrancado el sábado animadita. 
Os dejo, que ya hemos tenido suficiente por hoy!!

Disfrutad y matizad! jajajaja

Sofi.






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