Tuesday 30 January 2018

En el aire


El sonido del bolígrafo en el suelo es la única frecuencia que rompe el silencio de las tensas respiraciones. Ninguna voz es capaz de dispararse de los labios de los presentes, manos sudorosas en puños apretados, cerebros que crujen como cenizas de una hoguera, la luz insignificante permite esconder las expresiones faciales de los elegidos. Siguen digiriendo la información recibida.


Indignación en forma de humo de color mostaza se escapa de la oreja de un sujeto. Una humareda densa que no perturba en absoluto a ninguno de los reunidos. La mezcla de obediencia y estupor les mantiene anclados en sus posiciones. La humedad sigue siendo asfixiante, la temperatura ambiente no deja de ascender.
La nube rodea al sujeto más cercano, y comienza a olisquear el cráneo hasta arrancarse a teñir el pelo de color verde. El sujeto afectado no es consciente de ello.
Ningún cuerpo se remueve. La propia auto exigencia les impide dar un movimiento en falso, erróneo o inaceptado.

El verde termina de invadir la totalidad del cuero cabelludo del sujeto, ante la impasible mirada del resto. El humo de color mostaza comienza a transformarse en vapor de agua que va dejando caer gotas de color arcoíris por todo el espacio.

La tensión huele a azufre, los cerebros aceleran la velocidad, el aire no alcanza fluidamente a todos los pulmones.

Vuelve Mandrok, cuya energía corta súbitamente la angustia inevitable. Les entrega otra onza de información, y se lleva al sujeto del humor de color mostaza y gotas arcoíris.
Según las normas que siguen, creen que es coherente.

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