Thursday 25 January 2018

Con el Athletic

Hablaré del Athletic de Bilbao. No escribiré la próxima estrategia de ataque en Liga, ni sobre quien sustituirá a nuestra última joya que pronto volará fuera; escribiré sobre mi Athletic, el que yo veo. Lo que en realidad vemos todos.

¿Y qué voy a decir yo a alguien que se marcha al Manchester City cuando soy la primera que volaría a Australia, Zimbabwe o Venezuela?
En los tiempos que corren es natural soñar con ligas extranjeras, retos nuevos, mentalidades o formas de vivir con txapelas de colores diferentes.
Recuerdo una frase muy buena de esos colegas de barrio que tenemos todos; el que trabaja en Ondarreta, tienda de golosinas, periódicos y revistas de al lado de mi casa. Me gusta charlar con él del Athletic de vez en cuando. Contó hace tiempo algo así como:
“Los mejores jugadores para el Athletic son los que se marchan y vuelven. Por ejemplo, Aduriz. Salen fuera, se curten, ven lo calentito que se está en casa, y vuelven con otras ganas, otra visión, otra perspectiva.”
Leo que Laporte se nos escapa, y recuerdo a Llorente, Javi Martinez, Amorebieta o Ander Herrera, entre otros. Y recuerdo al Muniain de Bielsa. 
No soy experta técnica del fútbol, pero hazme caso que el Muniain de Bielsa no lo olvidaré jamás. Grabado a fuego en mi mente.
Parecía que iba a alcanzar otra galaxia, pero se quedó ahí, casi en sueño. Siempre pienso que la partida de sus compañeros de vestuario para un chico tan joven y tan motivado con los éxitos del equipo en ese momento, tuvo que ser un disgusto enorme para él. Esa parecida sensación cuando estás de fiesta en el punto perfecto de borrachera y diversión, y de repente tus colegas quieren pirarse a casa. Pues eso, se te baja todo, ¿o no?
Repito, no vengo a soltar la panacea que convierta al Athletic en el líder mundial del fútbol (en cierta forma ya lo somos, jeje), pero comparto mis reflexiones a ver si entre algunos podemos fijar un rumbo maravilloso, o por lo menos que nos haga disfrutar como tanto nos gusta.

Mucho está dicho sobre las idas y venidas de los jugadores del Athletic, quien le sustituirá, las limitaciones que nos marcamos con nuestra filosofía única, el fútbol marketiniano actual, etc. Pero y ¿si hablamos de los abrazos de vuelta?

¿Y si la grada de San Mamés hiciese un esfuerzo por recibir con los brazos abiertos a todas esas joyas o diamantes en bruto de nuestra cantera que han querido aprender o vivir otras estrategias de juego, simplemente otras experiencias de vida aspirando a algo más?

Hazme caso, sé muy bien lo que es eso del orgullo o cabezonería vasca, el que un “compadre” te falle tanto, ¿eh?
Pero hablamos de ganar partidos y ganar títulos, no de culebrones mediáticos obviamente innecesarios.

¿Qué sería de nosotros si Aduriz no hubiese podido volver a jugar con esa maravillosa, deliciosa y mágica camiseta rojiblanca? No quiero ni pensarlo.

No se me deja a mi ser cabezota, se me exige que perdone a las almas crueles, pero no somos capaces como afición de “hacernos los longuis” (llámalo x) si de repente un Ander Herrera o incluso un Llorente quisiesen volver, años después, a lucir esta camiseta única y luchar por este escudo que me pone la piel de gallina?


Y para cerrar, si me columpio y hablo de entrenadores o presidentes, igual lo que necesitamos es que sean ellos los que salgan fuera de aquí, se cambien de txapela y hablen idiomas de otras estrategias de fútbol o gestión de personas, de talentos, de diamantes en bruto. Otra energía, otra motivación, otro esfuerzo. 
Ese estilo inglés peculiar que respiramos en Euskadi desde la hierba verde, hasta el All Iron, pasando por la arquitectura, los muebles de los años 70 o el cielo gris.

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