Monday 5 October 2015

Broncarma

Pues vuelvo a escribir un poquito. Alrededor de la 1 del mediodía aquí en Australia. Lunes 5 de octubre, día festivo. Aire caliente. Estamos en primavera pero parece pleno agosto en el sur de España. Aunque pensándolo bien...estoy en el Sur del mundo!

Al grano.

Me han entrado ganas de escribir algo tan conocido como el...Karma. Fácil, sencillo, pero oh...tan sabio!

Ayer por ejemplo, Grand Final de rugby en Sydney (New South Wales) se enfrentaban dos equipos de Queensland. Australia me fascina. Os cansareis de oirlo, pero no me cansaré de decirlo. Ese pequeño descaro de los anuncios de televisión sobre el partido, la sana rivalidad entre Queensland y NSW, bañado con cerveza de Victoria...Mágicamente australiano.
Bueno, el caso es que yo no soy muy experta en rugby, y gracias a Richard, padre alemán de la familia que solidariamente me acoge en su casa; iba aprendiendo sobre rugby.
Me recordaba a cuando era pequeña y me sentaba con mi padre a ver cualquier partido y yo le preguntaba "A quién animas Papá? A los de azul o los de rojo?" (era basket u otro deporte americano que le encantaban a mi padre).
Ayer me gustó el rugby, me hacían muchísima gracia cómo se tiraban encima y se agarraban de las piernas los unos a los otros. Como niños pequeños que se pelean por la pelota (literal), pero unos maromos de 4 por 4.

Iban ganando los Broncos de Brisbane, los favoritos, y parecía que el tema estaba jodido para los Cowboys, con sus colores azul y amarillo, del norte de Queensland.
Richard estaba de su parte, los "underdogs", los menos favoritos. Así que entre eso, la curiosa combinación de colores, que sean del norte de Australia, y su cara de buena gente; me decanté por ellos al principio del partido.
Iban perdiendo, yo enganchada al deporte y al partido...cuando de repente, en el exacto minuto 80 que marca el final, un jugador de los Cowboys marca y empata el partido. Espectacular. Para la posteridad, claro.

Al marcar, tienes un "chut gratis" no? Pues el capitán y estrella de los Cowboys, Jonathan (permitidme llamarle Johnny!) de los nervios, falla el tiro de su vida. El tiro que iba a dar la primera victoria a su equipo, y lo falló. Su grito de ira e impotencia le salía tan desde dentro que nos llegó a los sofás de las casas australianas.

Empate a 16, se decide a través de lo que yo conozco como "gol de oro". El primero que marca gana.
Mágicamente un jugador de los Broncos pierde la bola, lo que da el turno al contrario. Después de un par de jugadas, por fin los cowboys marcan, y ganan el partido.
¿Quién estuvo en la posición perfecta en el momento perfecto para marcar? Johnny.
El mismo que falló la primera oportunidad, el mismo al que todos le miraban en plan "cabrón has fallado". Tuvo tan cerca el sabor de la derrota, que sacó fuerzas de no se sabe donde, y el destino se alineó con esa fuerza, para darle la merecida victoria. Y sobretodo, permitir que esa espina de haber fallado no se clavase muy al fondo de su corazón. Al revés, esa espina le dejó una herida en la ceja, pero el alma y la conciencia satisfechas y felices.

Con este símil básico pero increíblemente accurate tenemos un caso de Karma. No?
Bueno calla, los expertos en Karma me dirían que tal que cual...pero ni soy experta en Karma, ni lo seré! Sólo A + B = C.

Y con esto... OJO.





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