Querría tener la inspiración para escribir un post agradable, por ejemplo sobre la lluvia y este viernes grisáceo bajo una manta.
Que las rimas de las palabras fluyesen con gracia entre estas líneas, creando melodías cosidas en el teclado.
Pero ni manta ni teclado han rimado.
La escritura de la locura tiene cierta dulzura en su bravura.
Siempre me ha parecido que es tan fácil rimar estas palabruras.
La vida de escritora y artista es solitaria, llena de dudas e incertidumbre.
La inspiración es tan caprichosa como odiosa.
Tirarse al vacio continuo de la falta de clientela araña la exigencia de la valentía dura de piel.
La sensibilidad es vulnerable y hace peligrar la entereza en el proceso.
Estoy escribiendo sensaciones aleatorias que me surgen en esta especie de poema sin melodía.
Jugar con las palabras cuando la inspiración (o motivación o llámalo pascual) acompaña, es una sensación tan satisfactoria que se convierte en difícil de entender y por ello en difícil de compartir.
La lluvia ha cesado, el sol pelea por lucirse, la manta sigue cubriendo mis pies calentitos.
Voy a ir cerrando este pequeño texto.
Otro día vendré con mejor creatividad que la manta que me apoltrona.
Me hace sentir bien escribir y compartir mis humildes palabras.
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