Lugares que tiran de nuestra mano como un niño buscando atención, nos enchufan las raíces cuando volvemos y nos recuerdan lo mucho que hemos vivido en esas calles, buceado en esas aguas, jugado en la arena, o subido montañas en preciosas tardes de verano.
Lekeitio para mi es ese lugar. Desde que nací y hasta que me muera. Gracias a mi abuelo corre dentro de mi la peculiar sangre lekittarra, difícil y fácil a la vez. Una conexión especial de la que yo creo que todos en el pueblo, veraneantes y locales, nos sentimos tremendamente orgullosos.
Lekitto ta kitto.
Aquí lo tenéis en este pequeño reportaje.
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